viernes, 4 de mayo de 2012

Capitulo VIII: Soledad, 25 de enero.

Estaba sola, ya habían pasado un par de días y no sabía que hacer.
No quería salir, era demasiado arriesgado y no quería atraerlos hacia mi.
Pasaba las horas sentada mirando por un pequeño hueco de la ventana. Los zombies caminaban por las calles desiertas, buscando su comida, buscando a los pocos que quedábamos vivos, y si había más gente como yo no creo que la humanidad dure mucho.
Estaba sentada, había encontrado una libreta vacía y dibujaba cosas al lado de la ventana, miré de refilón y seguí dibujando pero me quedé quieta, no podía creer lo que había visto.
En una de las ventanas de el piso de enfrente había una niña, no parecía infectada, y miraba fijamente mi edificio. Abrí un poco la cortina y su mirada se fijó en mi. Movió la mano de un lado a otro, como si me saludara y yo hice lo mismo, en ese omento se giró y habló a alguien y un hombre se asomó a la ventana. La niña me señaló y el hombre me miró, parecía feliz pero preocupado, se giró y se fue de mi vista.
-No, mierda, no pueden dejarme así.-Murmuré y apareció el hombre con unos folios y los puso en la ventana, fue poniéndolos correlativos, con una letra visible y en ellos había un mensaje. "¿Te han mordido?"
En ese momento unas esperanzas y una sensación de felicidad me recorrió el cuerpo y le respondí que no con la cabeza . El hombre asintió y empezó a escribir otro mensaje.
"Sal de ahí, intenta venir aquí como puedas".
Ya, claro, como que era tan fácil como salir por la puerta y dar un paseito. Pero asentí con la cabeza, y empecé a preparar mis cosas. El día anterior había estado rebuscando por la casa y había encontrado un bate de béisbol  firmado por lo que en su época había sido un famoso, lo cual me iba a venir muy bien, así que cogí todo lo que me podía hacer falta y salí de la casa. En el pasillo había un par de zombies pero salí corriendo, no quería correr el riesgo de que me agarraran.
Salí del portal, en la calle había entre 15 y 20 zombies, pero estaban lo suficientemente alejados como para poder cruzar la calle sin que me atacaran. Fui corriendo a la puerta del portal de enfrente pero estaba cerrada, no me lo podía creer. Los zombies se acercaban cada vez más y la puerta no se abría.
En ese momento uno me cogió de la bolsa y me caí al suelo, cogí firmemente el bate y le dí con el en la cabeza pero no me soltaba, le empecé a dar con todas mis fuerzas y finamente se derrumbó. Conseguí levantarme pero estaban muy cerca de mi y me había echo daño en la rodilla al caer.
-De esta no salgo.- Murmuré y meré a mi alrededor, estaban cada vez más cerca de mi, se acercaban alterados y gimiendo, me veían como su comida.
Cogí la bolsa e intenté abrir de nuevo la puerta pero estaba atrancada, era imposible abrirla.
No iba a salir de ahí, era el fin.

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